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Greenwashing ¿Te suenan las palabras bio, eco, orgánico?

Tal vez compres productos pensando que apoyas al medio ambiente cuando ves empaques con palabras como eco, bio, ecofriendly o al ver maravillosas imágenes de la naturaleza con ríos, montañas, plantas y animales felices.

Pues según estudios internacionales sobre marketing desleal a los consumidores, más del 42% de productos ecológicos caen en el greenwashing (lavado de imagen verde) porque durante su producción no cuentan con procesos limpios y éticos con el medio ambiente.


Greenswashing es la expresión que se utiliza para describir a las empresas que se autodenominan ecológicas, es decir, respetuosas con el medio ambiente, pero en la práctica no lo son.

Una empresa que practica greenswashing promueve campañas que pretenden ser ecológicamente correctas con el fin de relacionar a la empresa con la defensa del medio ambiente y ganarse al público, que está cada vez más preocupado por el futuro del planeta.

En Ecuador al menos el 86% de las empresas muestran desinterés por cumplir con la normativa ambiental vigente, por lo que algunas empresas prefieren maquillar sus productos o servicios, en lugar de invertir en una gestión ambiental técnica. Optan por la ilusión de la publicidad.


Sin embargo el 98% de los consumidores del país considera que es muy importante que las empresas sean social y ambientalmente responsables.

El paso más significativo para disminuir esta táctica es un mayor control de los entes reguladores para presionar a las empresas a gestionar sus permisos ambientales actuando en total transparencia.


El Greenwashing tiene varios disfraces, por ejemplo, una empresa expone su preocupación por temas como el reciclaje. Al comprar el servicio o producto, los consumidores creen que están ayudando a la causa. En la práctica, la empresa no contribuye en beneficio del medio ambiente, utiliza la campaña para distraer sus malas prácticas de manufactura, el consumo excesivo de recursos y el daño que provoca a las poblaciones aledañas donde operan sus instalaciones.


Entonces ¿De qué sirve una campaña, si la empresa no cuenta con un plan de acción que realmente mitigue sus impactos ambientales y por ende, el cambio climático?

Un caso famoso de greenwashing sucedió en Walmart, en Estados Unidos. En 2017, la cadena de supermercados fue multada con un millón de dólares por vender productos con información incorrecta sobre la presencia de plástico en la composición de los artículos.


Si has llegado hasta aquí, estamos conectados. Tanto tú como nosotros exigimos más respeto por el medio ambiente, específicamente a las empresas que cuiden de su gestión ambiental tanto como lo hacen con sus ventas.

En SICMA hacemos un llamado permanente a reconocer que ya no nos queda tiempo para compensar en el futuro nuestra huella ecológica. Es ahora cuando debemos tomar decisiones a largo plazo, no campañas inmediatistas.


Y las empresas deben cumplir al menos con sus permisos básicos para poder unirnos a la meta mundial 2030 de bajar el 1,5° el calentamiento climático anunciada por la COP26.


¿Crees haber sido víctima de Greenwashing?
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